El postureo marca lo que es capaz de evolucionar una motivación que siempre ha existido, la de proyectar una buena imagen a los demás. Ahora, ¿en qué y cómo nos afecta?
Postureo es una de las palabras más usadas en los últimos tiempos. Tiene casi una infinidad de acepciones -insulto, acción aislada, incluso forma de vida-, lo que indica que es una acepción integrada en la cultura popular y la forma de vida cotidiana.
¿Alguna vez te has preguntado si el postureo está catalogado y definido de manera detallada? En este artículo podrás encontrar una definición completa y las implicaciones de esta actitud en la psique y la formación de la personalidad.
¿Qué es el postureo?
El postureo, desde el punto de vista de la psicología, sería el comportamiento que pretende proyectar una imagen bucólica sobre la vida del individuo. Dicho de otro modo, es la creación de una imagen de felicidad plena y continuada de cara a los demás -normalmente a través de las redes sociales- que no se corresponde con la realidad.
Según la RAE, el postureo es ‘aquella actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción, resaltando en su entrada el elemento espectacular, incluso hiperbólico, de la actividad’.
Esta forma de actuar suele acarrear juicios por parte de los demás, ya que suele considerarse un signo de falsedad e hipocresía. Entonces, ¿por qué las personas recurren al postureo cuando se arriesgan a esta connotación peyorativa? Esto nos lleva directamente al siguiente apartado.
¿Es malo el postureo?
“Posturear” no es algo que se haya inventado hace poco. Todas las personas cuidamos, en mayor o menor medida, de la imagen que proyectamos al mundo, pues la búsqueda de aprobación y admiración es común a todo humano que viva en sociedad. Este deseo no es necesariamente malo ni reprobable, y el postureo no es algo polarizado, sino gradual.
De hecho, esta tendencia se relaciona directamente con el grado de automonitorización descrito por Mark Snyder: este rasgo de personalidad hace referencia al grado de observación que una persona hace sobre sus propia imagen proyectada en los demás. Las personas con un alto grado de automonitorización tienden a utilizar las redes sociales con mayor frecuencia.
Todo el mundo, en mayor o menor medida, es consciente y cuida lo que muestra a los demás.
¿Cuándo podría ser esto un problema? Como todo, cuando se llega al extremo: cuando la preocupación central de la vida de un individuo es la búsqueda de esa admiración a través de la imagen que ha construido.
Postureo y redes sociales
A inicios de la tercera década del siglo XXI, las redes sociales son ya un ente dinámico y en constante expansión que ha ocupado un lugar fundamental en la vida de las personas. Facebook y Youtube, seguidos de Instagram y, actualmente, TikTok, son las plataformas más populares.
Las redes y el postureo tienen una relación bidireccional y simbiótica: no solo son la herramienta de las personas para mostrarse al mundo, sino que se nutren de ello. Las redes fomentan esta búsqueda de la admiración y facilitan formas atractivas de poner la propia vida en Internet. Solamente hay que fijarse en la mayoría de ellas: rara es la vez que encontramos un botón de dislike.
¿Cuándo se convierte en un problema?
Darles un uso sano es posible para todos. De hecho, las redes sociales son la herramienta e incluso la fuente de trabajo de muchos profesionales. Sin embargo, también tienen la cualidad de proporcionar una vía de escape de la realidad que, si no se maneja de manera adecuada, puede generar problemas de autoestima. Esto ocurre cuando la única forma de que los demás nos conozcan es a través de la imagen que damos en la red.
¿Cómo es esto posible? Pues bien, las redes sociales tienen otra propiedad: pueden llegar a hacernos perder la capacidad de elegir quién te admira, poniendo lo deseable en la cantidad de personas que lo hace, en vez de la calidad. Ponen a la misma altura la cantidad de admiradores y la importancia de seres cercanos.
La incidencia es mayor en la población adolescente, y no es por nada: la formación de la personalidad está en un punto crítico donde, además, la opinión de los demás tiene un peso mayor que a otras edades. Cuando el autoconcepto gira en torno a los likes y los seguidores existe una clara amenaza de inestabilidad emocional que podría afectar a toda una generación.
Algunas ideas finales
Ante un aspecto de la vida cotidiana centrado en posturear lo mejor de la vida, dos ideas pueden ayudarnos:
- No te creas todo lo que veas en redes: a todo el mundo le va mal de vez en cuando. El postureo puede ser una forma de compartir lo que te hace feliz con tus seres queridos, pero no es una medida de tu valía, así que vívelo como un juego.
- Lo que otros opinan de ti no es asunto tuyo: la mejor protección es seleccionar qué personas son importantes en cuanto a elogios y críticas, y que los desconocidos queden en segundo plano.
Aun con todo esto, el camino del postureo está solo en su inicio. Su capacidad como herramienta y entretenimiento la definen los usuarios, y protegerse contra sus peligros se construirá poco a poco a medida que se integre en la cultura.
Fuente
Lamenteesmaravillosa.com
Sara González Juárez