Quien se siente fascinado por algo o alguien se siente vivo, inspirado, asombrado y por su puesto feliz. Porque pocas emociones tienen mayor impacto en la mente como la fascinación.
La fascinación es la emoción más anhelada por los expertos en neuromárketing. También por todo artista, cineasta o creador de contenido. Todos ellos saben que si son capaces de despertar esa sensación en las personas, ya han triunfado. Porque quien se siente fascinado por algo no olvida ese estímulo, la impronta psicológica lograda perdura y encandila, despierta sensaciones positivas e inspira.
Respondámonos ahora a una sencilla pregunta. ¿Cuándo fue la última vez que experimentamos esta emoción? Puede que fuera tras ver una obra de arte, tal vez una película. Es posible que nos sintiéramos fascinados por un paisaje, por una pieza musical, un último avance tecnológico o por qué no, por una persona en concreto. Pocas realidades orquestadas por el cerebro son tan placenteras.
Esto es así por un hecho tan llamativo como interesante. La fascinación entra en ese espectro que solemos catalogar como “emociones positivas”, pero en realidad es capaz de provocar en nosotros un sinfín de sensaciones, sentimientos y pensamientos. Cuando estamos fascinados nos sentimos felices, alegres, inspirados, interesados, asombrados y a veces hasta enamorados.
Como bien podemos deducir de esto, estamos sin duda ante un estado psicofisiológico de gran trascendencia. Tanto es así que, a menudo, se intenta instrumentalizar esta emoción para influenciar a los demás. La persona o las personas que logren fascinar a un grupo determinado, no solo captarán su atención, también tendrán a su favor la aceptación e incluso la admiración.
La fascinación, la emoción más anhelada
Algo que saben los docentes y cualquier educador es que hay que despertar la chispa de la fascinación en los niños. Es necesario que el maestro o profesor sepa generar esta emoción a través de los contenidos para que la enseñanza resulte más motivadora. Esta emoción crea un gran impacto en la mente infantil y solo así incentivamos el interés no ya por aprender, sino también por descubrir.
La fascinación es un estado mental de elevado poder. Y lo es básicamente por una razón. Todo estímulo que genere fascinación activa casi al instante nuestro sistema límbico, esa región cerebral vinculada a las emociones. Así, una vez se estimula esa área, empiezan a liberarse las endorfinas, las hormonas del placer que facilitan incluso la focalización de la atención y el flujo de nuevas ideas.
Por otro lado, es interesante saber que el termino “fascinar” hunde sus raíces latinas en otra palabra de la cual deriva: hechizar. Es curioso saber que durante mucho tiempo esta palabra tenía una connotación negativa. Se creía que todo aquel que experimentara fascinación era cautivo de algún poder maligno, de alguna extraña influencia capaz de supeditar la voluntad ajena.
En la actualidad, esa concepción ya no tiene cabida. Porque si hay algo que sabemos desde un punto de vista psicológico, es que sentirnos fascinados por algo es el resultado de un proceso psicológico de elevado bienestar y trascendencia.
La innovación y la fascinación siempre van de la mano
Las grandes marcas del mercado, en especial las tecnológicas, saben que si desean llegar a sus clientes, deben lograr un gran impacto emocional. Si no nos emociona ese producto no vale. Aún más, si un nuevo producto no logra generar fascinación es que no se ha innovado lo bastante.
Porque la fascinación está definida por una serie de componentes muy concretos:
- Lo que nos fascina también nos desafía porque aparece ante nosotros como algo diferente que capta al instante nuestra atención. El cerebro se siente atraído por algo diferente, estimulante y atractivo.
- Asimismo, nos genera deseo, expectación y gran curiosidad.
- Si algo nos fascina nos está produciendo a su vez confianza y seguridad. No importa que sea algo nuevo, si resulta fascinante es deseable y si lo deseamos, nos genera cercanía.
Cuando te sientes fascinado vives el momento y estás en estado de flujo
El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi también ha estudiado la emoción de la fascinación para relacionarla con el estado de flujo. Él mismo nos explica que sentirnos fascinados no es lo mismo que sentirnos interesados por algo. Se trata de algo más profundo.
Es casi como enamorarse, porque nos inyecta un estado de concentración absoluto. Nos focalizamos en el aquí y ahora y experimentamos una sensación de compromiso absoluto hacia ese algo.
El poder de la fascinación estética
La fascinación es clave en las emociones estéticas. Rafael Bisquerra, catedrático de la Universidad de Barcelona, define la emoción estética como la respuesta que nos genera aquello que el cerebro interpreta como bello. Sin embargo, podríamos ir más allá. Porque en realidad, no solo nos emocionamos por lo que es agradable o atractivo a los ojos.
El cerebro experimenta fascinación también por lo que le suscita misterio y le despierta un profundo interés. Así, estudios como el realizado en la Universidad de Belgrado (Serbia) nos aportan algo relevante. Pocas cosas tienen mayor impacto en nuestra mente como aquello que nos parece ambiguo. Cuando aparece un estímulo estético que combina algo conocido con algo desconocido. el cerebro despierta, se inspira y queda impresionado.
Porque lo que nos fascina nos impulsa a desear saber más. Es como observar la Gran Esfinge de Guiza. Nos atraen sus dimensiones, el emplazamiento, la forma y su historia. Sin embargo, lo que realmente nos atrapa es el misterio, no tanto su belleza. Cuando lo estético se combina con lo desafiante, la impronta es mayor y nuestras emociones se vuelven poderosas.
Fuente
Lamenteesmaravillosa.com
Valeria Sabater