El mezcal, una de las bebidas mexicanas por antonomasia, de cuerpo fuerte y dulzón, es una bebida que se ha popularizado cada vez más en distintas partes del mundo.
Por origen tiene más de 500 años de antigüedad y forma parte de la identidad de varios pueblos originarios del territorio mexicano. Se dice inclusive que la esencia de estas culturas y de la naturaleza se ha transmitido a lo largo de los años a través de la «miel» que se extrae de las piñas del agave. Por esta razón, el mezcal posee tres principales características: ser prehispánico, espiritual… y feminista.
El mezcal, un cuerpo espiritual que viaja de la tierra al alma
Los y las maestras mezcaleras de varias generaciones saben que al mezcal hay que respetarlo. Hay que aprender a llevarse bien con el mezcal para saberlo disfrutar, porque, en palabras de Sósima Olivera Aguilar, maestra y cooperativista mezcalera oaxaqueña.
El mezcal llega a tu cuerpo y responde a los estímulos que éste ya tiene: si estás triste, te vas a poner a llorar; si estás enojado, va a salir ese enojo. Es una terapia. Reactiva partes de ti que están reprimidas. Hay que atenderse antes de tomar.
El mezcal, desde la época prehispánica hasta nuestros días
El mezcal, se dice, está muy arraigado a la cultura de los pueblos originarios. Durante la siembra se echa un poco de mezcal al terreno, para augurar buena vida. En los rituales de la vida comunitaria es común que niños y adultos sean bendecidos con mezcal. En el viaje final, el mezcal forma parte del altar de muertos, para alivio tanto de quien parte como de quien se queda, y para apaciguar la tristeza espiritual ante la muerte.
Como remedio casero, el mezcal se usa para sedar las encías de los bebés cuando sus dientes están por salir, contra el dolor de estómago y la fiebre y se dice que un baño de mezcal ayuda a sudar y permitir que mueran las bacterias.
Estas prácticas de los pueblos originarios se continúan expandiendo en zonas en donde el arraigo a la tierra se mantiene latente. Por ello no ha de sorprendernos que el mezcal sea una bebida especial para quienes la crean y la consumen.
El mezcal, ¿un símbolo de reivindicación feminista?
Si bien en México y otras zonas del continente americano existe una diversidad amplia de agaves y magueyes (que a su vez han dado pie a sendos métodos para destilar licores), en Oaxaca, en el sureste mexicano, en años recientes han surgido iniciativas colectivas que promueven tanto el respeto en cada paso del proceso de elaboración del mezcal como la visibilidad de todos los participantes en dicho proceso. En particular, estos proyectos buscan visibilizar el trabajo de las mujeres en la elaboración del mezcal y hacer ver que también en este ámbito existen maestras mezcaleras.
Olivera Aguilar explica que las mujeres han acompañado desde siempre el trabajo de la destilación. Ahora, sin embargo, en algunos casos se pretende dar una nueva dinámica a la creación y comercialización del mezcal, de modo que la presencia de las mujeres sea más activa y más visible. Al respecto, la investigadora dice:
Tenemos que ver cómo queremos que se maneje nuestro mezcal y ahí es importante también la visión de las compañeras, que hablen, que digan, que opinen, que se conozca también lo que nosotras hacemos por el mezcal.
El futuro del mezcal
Desgraciadamente, en los últimos tiempos ha habido cierta escasez de materia prima, en parte porque la especie de agave que se usa para la elaboración del mezcal tiene un tiempo de crecimiento de entre cinco y veinte años antes de poder ser explotada. Frente a la alta demanda por la bebida (que se ha incrementado además en la última década), esta parece ser una desventaja.
Frente a ello, varias empresas han optado por comprar mezcal a granel en el mercado informal, a pequeños productores, pero sin que éstos tengan una ganancia justa por su trabajo. Ante este escenario, Olivera comenta que:
Hay un desequilibrio y por naturaleza, en algún momento, si no nos aplicamos, si no nos organizamos, se acabará la posibilidad de producir mezcal.
Fuente
Pijamasurf.com