Frente a tiempos inciertos, existen ciertos grupos de personas que deciden creer en las llamadas Teorías de la conspiración.
Las «teorías» de la conspiración se refieren comúnmente a explicaciones sobre fenómenos sociales. Cuyo origen proviene de personas específicas o grupos secretos que buscan lograr objetivos siniestros. Por ejemplo, el control y la dominación de la humanidad.
Desde el asesinato de Kennedy hasta teorías sobre el cambio climático –y por supuesto, la más reciente: la «teoría» de la «PANDEMIA». Y todo lo relacionado con ella: 5G, virus diseñado en un laboratorio, microchips de Bill Gates, etc.–, las teorías de la conspiración han estado presentes en buena parte de la historia de la humanidad.
Este artículo explica de manera general qué es una «teoría» de la conspiración. Por qué no es correcto llamarlas «teorías».
Y, finalmente, cómo dialogar con una persona que encuentra sentido en este tipo de explicaciones sobre el mundo.
¿Qué lleva a las personas a creer en este tipo de explicaciones acerca del mundo?
Diversos psicólogos han investigado qué hace que una persona crea en las «teorías» de la conspiración.
Uno de ellos es Anthony Lantian, profesor en la Universidad Paris-Nanterre.
Quien asegura que existen características de la personalidad como la desconfianza, la poca simpatía, el maquiavelismo y la renuencia a estar de acuerdo, que contribuyen a que una persona crea en este tipo de explicaciones.
A grandes rasgos, este perfil retrata a personas que no suelen ser amables o cooperativas.
Ya que este tipo «teorías» representan la posesión de información poco convencional, información que se supone debería ser secreta.
De ahí que poseer información a la que nadie debería tener acceso da una sensación de ser único, privilegiado.
Pues aparentemente se está mejor informado que los demás sobre temas políticos y sociales.
En este sentido, creer en las «teorías» de la conspiración también genera una sensación de seguridad y control en un mundo cada vez más incierto e impredecible desde una posición subjetiva.
Según la investigación de Lantian, este tipo de inclinaciones a creer en las «teorías» de la conspiración están asociadas con un alto nivel de narcisismo.
Para llegar a esta observación, el psicólogo se basó en otros estudios en donde se traza la relación entre el narcisismo y las ideas paranoicas.
Siguiendo sobre esa línea, Lantian estableció su propia relación: si existe un vínculo entre las ideas paranoicas y el narcisismo.
Un vínculo entre el narcisismo y la necesidad de ser especiales, esta necesidad está relacionada con la creencia en «teorías» de la conspiración.
Otro psicólogo, Richard Moulding, encontró que muchas de las personas que creen en este tipo de «teorías» tienden al aislamiento social y a comportamientos que salen de lo que se considera socialmente normal.
Según Moulding, las personas que por algún motivo se sienten alienadas (es decir, ajenas a la sociedad o a los grupos que los rodean).
Estas tienden a rechazar las explicaciones más convencionales y difundidas, ya que rechazan la legitimidad de sus fuentes.
Además, para dar legitimidad a sus propias creencias y como consecuencia de su propio aislamiento.
Necesitan encontrar comunidades que compartan su sentido común y conocimiento sobre el mundo.
Por ejemplo: otros grupos que crean en las «teorías de la conspiración», como los terraplanistas, antivacunas, etcétera.
Además, el Internet, y en especial las redes sociales virtuales (Facebook, Twitter).
Han hecho que tanto estas «teorías» como los grupos que las defienden tengan mayor difusión. Haciendo que muchas personas encuentren coherentes este tipo de explicaciones.
¿Las «teorías» de la conspiración son teorías?
Para decirlo de manera explícita: NO.
En la expresión «teorías de la conspiración» el término «teoría» está utilizado de manera equívoca e imprecisa. Pues sólo difunde una definición confusa sobre qué es una teoría y cómo se construye.
Las «teorías» de la conspiración no están conformadas por datos analizados por científicos expertos que, gracias a su formación en diferentes campos de la ciencia.
Pueden establecer relaciones coherentes entre los datos recolectados y los fenómenos a los que intentan dar explicación.
Lo cual conforma una teoría que después es discutida con otros expertos en el área, para después comprobarse y contribuir a investigaciones específicas.
¿Qué hacer cuando nos encontramos con personas que creen en las «teorías» de la conspiración?
La libertad de expresión y el respeto mutuo son condiciones necesarias para mantener diálogos y discusiones, incluso desde posturas contrarias.
Sin embargo, uno de los grandes problemas cuando se trata de dialogar con una persona que cree en dichas teorías.
Es que cuando alguien más muestra pruebas contrarias a su postura, que provienen de fuentes confiables, suelen desestimar tanto las pruebas como a quien las presenta.
Cuando no hay una posibilidad de diálogo ni una disposición de escucha, es mejor no profundizar en discusiones sin sentido. Sabemos que vivimos en un mundo donde el flujo de información es abrumador debido a la cantidad de noticias y fuentes.
Procesada por muchas personas, y aunque los datos no parezcan tener una relación. Quienes se dedican a cualquier disciplina científica (natural o social, están preparados para establecer relaciones coherentes y así, comprender y explicar todo tipo de fenómenos.
Fuente
Pijamasurf.com